En
Palomino acampé en la playa y
temprano, cuando todavía no había nadie, bajé por el río hasta el mar acostada en un gomón.
Nos
volvimos a encontrar en Medellín. Salimos a pasear con otro turista, también japonés. Este era monje budista por herencia familiar. Trabajaba en un templo y ganaba
muy bien. Mi amigo me invitó a cenar a un
restaurant, charlamos y no pasó nada.
Después
nos encontramos en Salento. Ahí nos
quedamos como una semana. Fuimos a hacer una caminata al
Valle del Cocora. A los dos nos encantaba la
película, me dijo que si alguna vez conocía
a una chica como Nausicaä se querría casar con ella. Dormíamos solos en una habitación con tres camas.
Todavía me gustaba, pero no pasaba nada.
Después
llegó Moritz, un amigo alemán que habíamos conocido en Santa Marta. Los tres
desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos. Una noche fuimos a jugar al billar. Yo charlaba con los jugadores de
otra mesa, iba y venía, tomaba whisky, jugaba mal. Moritz se puso de buen humor
porque ganó.
Un
día mi amigo se empezó a sentir descompuesto. No quería tomar ningún remedio y se quedó en el hostel. Con Moritz fuimos a recorrer dos fincas cafeteras.
Otro día fuimos a andar en bici. Los dos estaban de acuerdo en que tener sexo con una chica que les
gustaba tenía que ser una conquista, un premio.
No estaba
segura. Le dije a mi amigo que quería viajar con él. En Ipiales seguía
sintiéndose mal, no quería salir de la cama y aceptó tomar Apasmo. Le recomendé que dejara de comer
cosas fritas. Cruzamos la frontera y fuimos a
Quito. En Quito llovía y hacía frío. Una
tarde nos la pasamos buscando dónde comer cheescake. Otra me acompañó a comprar
una campera impermeable. Otra visitamos una Iglesia altísima que me daba vértigo.
Mi amigo
hacía ruido cuando comía, no hablaba casi nada de español y
muy mal inglés. Le dije que iba a hacer un
trekking de tres días hasta un volcán. Quería venir conmigo pero al final
decidió que no por el clima, que
después nos veíamos en Baños, en las
aguas calientes, donde iba a relajarse. Me pidió que le deje de regalo el frasquito de Apasmo. Agradecí que no quisiera mojarse ni pasar frío,
agradecí al mal tiempo.
Me fui de
Quito e hice el trekking con una pareja de canadienses, una yanqui y un inglés.
El último día me mojé mucho, pasé frío y me agarré anginas. Cuando llegué a Baños mi amigo ya se había ido. Me escribió que quería verme, que podíamos encontrarnos
en Huaraz.
Con Hiro en el Valle del Cocora, Colombia.